miércoles, septiembre 24, 2008

Y A REPONER FUERZAS.

Algo que hacía todas las tardes cuando llegaba a mi destino era, tras darme una buena ducha que me sabía a gloria, revisar todas las "heridas de guerra". Os puedo asegurar que mis piernas estaban hechas un poema entre moratones y picaduras de bichos, pero especialmente estaba preocupada por la huella que dejó en mí la avispa que me picó(si es que era una avispa)y cuyo paso por mi piel dio lugar a un extraño color violeta-rojizo con su correspondiente inflamación.

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